viernes, 21 de agosto de 2009

Todos los días veo a muchachos (as) recorriendo el duro asfalto con una sonrisa en el rostro. Solo saben sonreir y reirse de la vida en compañia de sus amigos, mientras cruzan la acera que los separa antes de llegar a su destino.
...No me atrevo a contarles la verdad.Ante sus ojos el velo de la juventud los ciega y los envuelve en dulce mentira y plácida tranquilidad.
Parecen desconocer la verdadera cara del mundo, no saben que es cruel e indiferente (o simplemente ni les interesa)...Ignoran o ni se imaginan que en el existe la maldad, y mucho menos que la gran marea de la enajenación los pueda ahogar entre sus olas.
Pero no seré yo quien despeje la niebla que les impide ver la realidad... no, de aquello se encargara alguien más sabio, alguien que también quebró el espejo de mi identidad y aparto de mi sueños e ilusiones irrealizables.
...Y no puede ser nadie más que la vieja experiencia ayudada por los consejos de la madurez

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