jueves, 6 de agosto de 2009

Derramarás desprecios por los ojos, consumirás el tiempo como el cigarrillo en tu boca, y no morirás, sino hasta que logre olvidar el desprecio y tu necia autocompasión. Te conoces, o disimulas o te arrepientes de haberte conocido; no estás conforme contigo misma, pero te admiras, te ufanas en tu propio ser miserable, incluso ha llegado a agradarte. El silencio avanza como una mancha negra hacia ti, te envuelve y te cobija entre alas de melancólica compasión, que rechazas, aborreces y aconsejas. Escribir a la candidez de la vida, del hombre (entiendase por humanidad) o a la altivez de tus composiciones extravagantes e increíbles, es sólo otro modo de decir que necesitas hablar de algo, con alguien, hablar, parlotear, simplemente charlar de tus anecdóticos y desprovistos fragmentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario